martes, 28 de enero de 2014

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina Espacios teatrales e historias – Capítulo 4: Breve reseña del teatro independiente en la ciudad de Buenos Aires

Leónidas Barletta
En el año 1930 nace el Teatro del Pueblo, inaugurado por Leónidas Barletta, dando origen al movimiento de teatro independiente en la Argentina. Ocupa al año siguiente una lechería apenas remodelada sobre la actual Av. Corrientes 465.
Hacía ya algunos años que varios autores y actores querían generar un teatro de arte que, según sostenían algunos, “esté sobre la angurria del empresario, la vanidad de la actriz, la ignorancia del actor y la chatura del público burgúes”.
Como contexto histórico, debe tenerse en cuenta que en septiembre del mismo año, tuvo lugar el primer golpe de estado de la Argentina, siendo derrocado el presidente constitucional Hipólito Yrigoyen, y convirtiéndose José Félix Uriburu en el primer presidente de facto de la historia del país.

Entre los años 1937 y 1943 el Teatro del Pueblo ocupa el Teatro Nuevo, ubicado en la actual Av. Corrientes 1520 donde hoy funciona el Teatro Gral. San Martín. En esos años se convierte en el centro cultural de mayor envergadura de la ciudad, con estrenos nacionales y de obras del repertorio clásico y europeo moderno, funciones con debate, exposiciones, conciertos, conferencias y publicaciones.
De esta manera nace el teatro independiente en la ciudad de Buenos Aires, sumándose al movimiento varios equipos de artistas, como el Teatro Juan B. Justo y La Máscara.
El período se caracteriza por la lucha en procura de la elevación de una escena nacional bastardeada debido a la abusiva comercialización. La mercantilización había convertido a los autores en libretistas que buscaban el impacto seguro, a los actores en capo cómicos que explotaban las cuerdas de mayor resonancia, multiplicándose los empresarios preocupados sólo por la boletería.
El Teatro del Pueblo, el Juan B. Justo y La Máscara trascienden la mera representación de espectáculos y son auténticas casas de cultura popular. En esta etapa, Roberto Arlt comienza su carrera de dramaturgo, considerándoselo el autor por antonomasia del Teatro del Pueblo.
El movimiento teatral de este período estuvo caracterizado por la fuerza y el fervor, por el apasionamiento puesto en favor de la producción y difusión de la cultura popular sin empresarios, desde la autoconvocatoria de los artistas y el público. Fue un período de autogestión cultural, de creación de estructuras autónomas de producción.
El Teatro del Pueblo es desalojado por la fuerza en 1943, luego de lo cual ocupa el subsuelo de la calle Diagonal Norte 943 hasta 1976, fecha en la que muere su fundador y finaliza la actividad teatral del grupo. Recién en 1987 el teatro es recuperado por un grupo de teatristas bautizándolo con el nombre de Teatro de la Campana, y es en 1996 cuando recupera su nombre original.

Teatro del Pueblo en la actualidad.

Durante la década del 50' se multiplican los grupos de teatro, y se riguriza la preparación actoral. En esta etapa se inaugura el Teatro de los Independientes, y se genera un gran movimiento artístico en la Organización Latinoamericana de Teatro y en el IFT, que en su moderno edificio propio de la calle Boulogne Sur Mer 547, genera representaciones en idisch. 


Teatro IFT en la actualidad.
En 1959 se crea el Instituto de Teatro de la Universidad de Buenos Aires, que con dirección de Oscar Fessler y la participación de Juan Carlos Gené, iniciará un proceso de formación actoral que tiene como eje el método del pedagogo ruso Constantín Stanislavski.
En 1966 tiene lugar en Argentina un nuevo golpe militar liderado por Juan Carlos Onganía, limitando la actividad teatral y cerrando gran cantidad de teatros.
Durante los años setenta hay algunas pocas muestras de trabajos manteniendo la lógica que sostenían los teatristas independientes de la ciudad.

En mayo de 1980, Roberto Cossa emite un mensaje en el Día Mundial del Teatro, en el cual deja plasmada la posición de muchos notables defensores del teatro independiente: “Estamos haciendo un teatro sin riesgo; estamos perdiendo la capacidad de experimentar, de probar, de apostar. Siempre hubo un teatro que miró exclusivamente la taquilla y lo llamamos comercial. Otro teatro que, sin ser comercial, por sus intenciones, por su repertorio, dependió y depende de la taquilla. Pero había un tercer teatro: el teatro del riesgo, de la aventura, de la búsqueda. El teatro inconformista. En definitiva, el teatro que arriesga. Y no me refiero a alguna mala llamada vanguardia que se agota en la búsqueda esteticista e inocua. Me refiero a esa otra vanguardia, la movilizadora, la cuestionadora. No siempre perfecta teatralmente, muchas veces defectuosa, pero vital, potente, inconforme. Nuestra generación añora el teatro independiente (…). No puede haber teatro sin riesgo. No puede haber arte sin riesgo, sin búsqueda, sin experimentación. Riesgo en lo artístico y riesgo en lo conceptual. El artista es un cuestionador de la realidad.”

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